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El deseo, motor de la vida, resiste siempre la lluvia de contrariedades y resurge. Incluso, y sobre todo, el deseo es más fuerte que el sentido. En algunos de estos cuentos vemos que un personaje queda reducido a la pérdida del sentido de su vida, pero no resigna la vida misma. Víctor Filippi evoca en esas escenas una fuente que no tiene nombre, pero de la que brotan todos los nombres, las palabras, los sentidos para seguir viviendo.
Son historias humanas las que acá se comparten: brilla en ellas la condición limitada, vulnerable de cada quien. Expuestos a la pérdida del amor, de la salud, expuestos a la muerte y la incertidumbre, es todo eso, sin embargo, lo que al mismo tiempo pone en valor la vida.
(Del Prólogo de Ricardo Sarmoria)
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